Sinfonía triste. Parte II. La Dama de blanco
SINFONÍA TRISTE. PARTE II
LA DAMA DE BLANCO
LA DAMA DE BLANCO
Ya me he cansado de mirar los destellos tenues de la Luna. Son como una cascada de momentos alegres junto a las emociones propias de un estado de agobio. Y el problema es que a la vez me considero el mejor de los amantes de la Dama de blanco.
Podrá ser un problema que han vivido todos los hombres, podrá ser un problema propio de mi persona. Lo único que tengo claro es que su pasividad y perfecta claridad refleja lo mejor que puede llegar a ser una Dama consecuente con lo que siente su corazón: un cáliz de pureza y armonía.
Podrá ser un problema que han vivido todos los hombres, podrá ser un problema propio de mi persona. Lo único que tengo claro es que su pasividad y perfecta claridad refleja lo mejor que puede llegar a ser una Dama consecuente con lo que siente su corazón: un cáliz de pureza y armonía.
LA DAMA DE BLANCO
Blancura imponente,
dulzura celestial.
La Dama en su vestido,
la novia en su ansiedad
Señorita de virtudes
de alegría y seriedad.
Mariposa de colores,
mujer suave y virginal
Misteriosa y frente en alto
hoy te dignas en mirar
a este pobre desdichado
que te ama sin cesar.
dulzura celestial.
La Dama en su vestido,
la novia en su ansiedad
Señorita de virtudes
de alegría y seriedad.
Mariposa de colores,
mujer suave y virginal
Misteriosa y frente en alto
hoy te dignas en mirar
a este pobre desdichado
que te ama sin cesar.
Gracias por acompañarnos a lo largo de la historia. Has sido la fuente de las mayores obras que los hombres pueden hacer. Así y todo, no siento celos de ellos, pues aunque se esfuercen, nadie conseguirá producir lo que yo tengo en mi corazón: una ardiente pasión que se regocija cada vez que el sol baja la persiana y sales tú, sonriente, imponente, preciosa.
Walter Schulz