El día comienza a morir
El juglar que constantemente irradiaba alegría, hoy era una sombra inmóvil. El ímpetu que lo caracterizaba, era un recuerdo lejano e inalcanzable. A ratos se le veía sentado en lo alto de un monte, maldiciendo al viento que se le cruzaba por delante. Sólo las aves que no entendían sus palabras, lo acompañaban.
EL DÍA COMIENZA A MORIR
El día comienza a morir
y la pequeña rosa
agita sus pétalos
al sentir el viento
Noche eterna, silenciosa
que abrazas la creación.
Manto negro que cobijas
la dulce flor en tu interior
Abraza mi alma
hasta los vírgenes cielos
del horizonte
Llévame a tu guarida y
sin miedo toma mi mano
hasta conducirme a los abismos
Nos toparemos con los mares,
las violentas olas harán rugir las rocas.
Se alzarán las llamas del infierno
burlándose de las brasas humeantes
que agonizan con la mirada perdida
en la lejana llanura cubierta de huesos
Allí contemplaré tu muerte, tu desgracia…
La fuerza del cosmos será insuficiente
para que puedas salir del encadenamiento.
Jamás volverás a sentir la lluvia
Ni el granizo maltratando tu mejilla.
Pero tú lo has querido, y a ti te vendrá..
Si la ira la pudieras contrarrestar, ya habrás
dejado pasar mucho tiempo desde que ésta
se ha instalado en mi ser, en compañía
de la amargura, antigua Reina del País
del Olvido.
Walter Schulz